A principios de marzo de 2016 Alfredo Valerdi (Pamplona, 1970), operario de mantenimiento de la autovía del Camino, sufría un grave accidente en la boca sur de los túneles del Perdón. Estuvo a punto de costarle la vida. Pero no fue así.
Hoy, tras varios meses de rehabilitación en la delegación de Mutua Navarra en Estella, vuelve a sonreír con fuerzas renovadas. Las mismas que le acompañaron durante sus años de pelotari en Asegarce —se retiró a los 33 años— y que le llevaron incluso a competir en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992.
Con la vista puesta siempre en recuperar su vida anterior, a final de octubre se reincorporó a su puesto de trabajo. Se siente feliz por ello. Su mujer, Virginia Echart, y sus hijos, Asier (12) y Maite (9), han sido su gran apoyo a lo largo de este tiempo.
Aunque para ti es ya algo habitual, os “jugáis el tipo” a diario en la carretera…
Sí, mis compañeros y yo siempre hemos comentado el riesgo que existe… Antes del accidente solía pensar: “Dios quiera que no pase nada, porque si pasa, igual no lo cuento”. Lo que me ocurrió entra dentro de las estadísticas, pero por fortuna yo lo puedo contar. Tuve dos lesiones, una cervical y otra en la rodilla. Se me arrancó la meseta tibial. Pero en cuanto fui consciente de que seguía vivo me tranquilicé. De todas formas, no tengo mérito, porque hay cosas muy difíciles en la vida y lo mío ha sido sencillo.
¿Qué recuerdas de aquel día?
Fue el 10 de marzo de 2016, a las 8 de la mañana. Unos días después de mi cumpleaños. Ha sido un año para olvidar, pero bueno… Ese día había alerta por nieve y en el trabajo siempre piden voluntarios para estudiar la viabilidad de las carreteras. Como la nieve me gusta y no le veo el peligro, me ofrecí. Ese día transcurría todo con normalidad, no veíamos ninguna dificultad. Dimos una primera vuelta de reconocimiento de la calzada y avisamos a la empresa de la situación. En la boca sur de los túneles del Perdón, dirección Puente la Reina, era donde más nevaba y pedimos que lo señalizaran mejor porque la gente, con las prisas, venía lanzada. En la segunda vuelta vimos que un coche se había salido en la mediana. Nos paramos, señalizamos con los rotativos y entre mi compañero y yo tratamos de devolver el coche a la calzada. Era una muchacha y dijo que iban a venir a ayudarle, pero aun así intentamos echarle una mano. Creíamos que estaba todo controlado; los coches pasaban a nuestro alrededor a 20 km/hora… Además, una cuadrilla paró para ayudarnos; la Guardia Civil también andaba cerca… De repente, de buenas a primeras, dice uno: “¡Ahí va!” Yo vi al coche cuando lo teníamos ya encima. “¡Ahí va!”, y con eso me quedé.
¿Qué pasó entonces?
Mi compañero empezó a gritar y yo pensaba: “¿A quién le habrán pegado?”. Me habían dado de lleno y ni siquiera era consciente. Volé dos o tres metros por los aires, que a mí me parecieron diez. Ese momento transcurrió a cámara lenta, y luego no sé… Tuve una sensación muy extraña. Mi primera reacción fue echarme las manos a la cabeza porque parecía que se me habían salido los sesos. Los gritos de mi compañero me pusieron nervioso, me caían copos enormes de nieve en la cara… ¡hasta pedí que me la taparan! Al verme así, muchos pensaban que estaba muerto… Creo que estuve esperando encima de la nieve una hora; me entró una tiritona horrible. Pero lo cierto es que poco después del impacto yo ya me di cuenta de que estaba bien, de que iba a seguir viviendo… Entre el accidente y la nieve se armó una buena. Me atendió una ambulancia que llegó desde Puente la Reina, porque desde Pamplona no podían venir. Además, tuve suerte porque el conductor que me atropelló era médico.
¿Qué pronóstico te dieron después, en el Hospital de Navarra?
Yo pensaba que tenía un esguince cervical, pero me dijeron que tenía desplazado el disco y que me tenían que intervenir. Yo quise correr para que me hicieran todo cuanto antes; me agobiaba que me tuvieran ahí postrado, con el collarín puesto… A los cinco días me operaron de las cervicales y después vino la rodilla. Fue grave porque se me arrancó la meseta tibial y hubo que colocarlo todo otra vez en su sitio. Con dos tornillos apañaron la cosa y, en el plazo de 12-15 días, ya estaba en casa.
Y entonces llegó el tiempo de la rehabilitación…
Sí, hicieron una valoración rápida y me derivaron a la delegación de Mutua Navarra en Estella. Estuve yendo allí dos o tres veces por semana desde principios de abril hasta octubre. Me incorporé de nuevo a trabajar el día 24, pero hasta esa última semana estuve haciendo rehabilitación. Se enfocaron sobre todo en la pierna. Como no me pusieron escayola, ya desde el primer momento yo intenté fortalecerla también por mi cuenta, porque soy muy activo. Pensaba únicamente en cumplir los plazos de las lesiones e intentar superarme a mí mismo en la medida de lo posible. Noté mucha pérdida de masa muscular y de flexibilidad. Pero me dije: “Venga, a sufrir”. No he recuperado del todo la movilidad de la rodilla, pero puedo hacer vida normal. Para el tema de las cervicales me colocaron una placa y he ido mejorando con el tiempo, porque al principio la almohada me molestaba para dormir.
¿Qué trabajo hacías por tu cuenta?
Salía a andar porque quería acortar los plazos, y porque en mi casa no sé parar quieto, no sé estar delante de un ordenador. A los 20 días ya subía a la sierra de Urbasa con las muletas a coger perrechicos. Iba con mi cuñado y solía decirle: “A ver si me rehabilito aquí” (risas). Mi mujer pasaba miedo por si volvía a hacerme daño. Al principio solo podía apoyar el 20% de mi peso, así que durante un tiempo tuve que soportar ciertas cojeras, pero llegó el día en el que volví a correr. Yo me había puesto el objetivo de salir a correr antes de trabajar y lo conseguí. Al principio estaba resentido, pero no me importaba. Hacerme mal no me preocupaba; creo que es bueno. También tuve suerte porque me tocó buena época. Con la llegada del buen tiempo hice mucho ejercicio en la piscina. Fue sobre todo una cuestión de superación. Desde el primer momento pude hacer vida normal, la que me gusta, y siempre tuve en mente recuperarme de cara a octubre o noviembre.
Dices que hacerte mal no te preocupaba…
No, porque yo he sufrido haciendo deporte y cuando tuve el accidente pensé: “Yo no me apalanco, no me quedo quieto”. He tenido mucha suerte porque las lesiones no me han impedido demasiadas cosas. No voy a correr como antes, pero si alguna vez tengo un problema con otro coche, podré correr para ponerme a salvo, o para saltar… Aunque ahora no me apetece tanto. Siempre me ha gustado andar, y eso es lo que hago ahora, sobre todo.
¿Cómo te encuentras hoy?
Me siento bien, no igual que antes, pero bien; estoy al 95%. No he recuperado del todo la flexión de la rodilla y si me toco por la zona en la que llevo puestos los tornillos me molesta un poco, pero no tiene mayor historia. Quizá me los quiten dentro de un año y medio. La placa en cambio tendré que llevarla de por vida.
¿Has tenido momentos de bajón?
No, ninguno. De dudar sí, porque parecía que a veces le costaba mucho reaccionar a la pierna. Tenía miedo de que después se me quedara algún mal vicio, cojera… porque inconscientemente, siempre te auto proteges la pierna. Es un acto reflejo. Cargo más un lado que el otro. Me está costando volver a adaptarme; tengo que alinear (risas). Pero bueno, yo he visto que siempre he ido evolucionando. En algunos momentos más despacio de lo que a mí me hubiera gustado, pero siempre bien. La evolución también es muy buena a día de hoy. La gente sabe que he estado grave pero ahora me ven y me dicen: “¡Pero si ya estás muy bien!”
¿Lamentaste lo ocurrido?
Sí, después sí. Lamenté lo que hicimos.
¿Podría haberse evitado?
No, porque surgió así, pero ahora me lo pensaría dos veces. Estábamos haciendo bien las cosas, pero deberíamos haber esperado un poco antes de sacar el coche. Que hubiera venido más gente, o evaluar mejor la situación antes de lanzarnos a ayudar sin pensar. Luego fue curioso, porque al coche que estábamos ayudando no le pasó nada. El coche chocó contra el vehículo de la cuadrilla que se paró para echarnos una mano; una situación de lo más atípica… Quizá, si hubiéramos tenido la cabeza más fría, podría haberse evitado. Ahora me lo pensaría un poco más antes de coger una pala para ayudar. Para mí antes no existía el peligro, ¡casi nos quedamos con cara de tontos porque nos había pillado! Lo más importante es la seguridad, no tener prisa, y vigilar.
¿Cómo lo llevó tu familia?
Al principio se asustaron mucho, sobre todo mi mujer. En cuanto pude me puse en contacto con ella. Soy conocido en la zona y enseguida se comentó que me habían atropellado. Corrió la voz diciendo que estaba muerto, fue terrible… En cuanto pude hablé con ellos para que estuvieran tranquilos. Cuando por fin pudieron verme se calmaron porque vieron que se trataba de paciencia y tiempo. Yo siempre he confiado en la familia, y en estos meses he visto su apoyo.
¿Te ha cambiado la manera en que ves la vida?
Al principio sí, quería celebrarlo todo (ríe). Quería animar a mis compañeros para que estuvieran tranquilos después del susto que se llevaron. Les decía: “En cuanto tengamos una comida, vamos a celebrarlo”. Ahora me apunto a todo.
¿Cómo encaraste la vuelta al trabajo?
Con muchas ganas. Yo en mi trabajo estoy muy a gusto; siempre andamos bromeando entre los compañeros… Quiero olvidar lo ocurrido. Después del accidente algunos técnicos de salud de Prevenna valoraron las exigencias de mi trabajo y estoy contento porque puedo volver a ocupar mi puesto anterior, aunque sea con algunas limitaciones. Solo quiero que pase ya el tema de los médicos, de la indemnización, y volver a la normalidad. Que me den lo que me tengan que dar, no quiero un euro de más ni uno de menos…
Si alguien pasara por lo mismo que tú, ¿qué consejo le darías?
A mí lo primero que me dijeron fue que tuviera paciencia, pero yo no tengo mucha. En mi caso me ayudó la capacidad de superación, de aguantar el dolor, que desarrollé como pelotari. Y las ganas de pensar que dentro de 4 días vas a estar bien, que es temporal… Hay que mantenerse ocupado, distraído, no pensar en lo malo y ver siempre el lado positivo de las cosas; y no dejar de moverse.
¿Qué le pides al 2017?
Seguir bien, como estoy, junto a mi familia. Pese a los altibajos, hay que tener siempre buen ánimo. Quiero volver a ser el de antes del accidente.
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