El aumento de los problemas de salud mental y el impacto que estos generan en el entorno laboral pone de manifiesto la necesidad urgente de abordar esta problemática tan presente en nuestra sociedad actual. Hablamos con José Javier López Goñi, profesor titular en el Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad Pública de Navarra y Vicedecano del grado en Psicología sobre el estado de la salud mental de la población en Navarra y los retos a los que nos enfrentamos en los próximos años.
¿Cuál es su valoración de la situación de la salud mental de la población de Navarra? ¿Estamos en un momento tan complicado como parece?
Aunque carezco de datos precisos sobre la situación de la salud mental en Navarra, sí que percibo un creciente interés en la importancia de la salud mental en muchos sectores de la población. Creo que en general se observa una mayor preocupación por la calidad de vida y entre los más jóvenes una disminución del estigma a la hora de abordar los problemas. Todo ello, facilita un ambiente propicio para abordar estos temas y creo que refleja una mayor conciencia sobre la importancia de la salud mental.
Se habla mucho acerca de la salud mental de la juventud. Dicen que estamos ante una generación especialmente frágil. En los colegios e institutos se refiere un aumento de los problemas (en algunos casos, especialmente graves) y los datos de la incidencia de las bajas laborales son más altos entre las personas trabajadoras de menor edad. ¿Cómo ve a los jóvenes?
Considero que la percepción de los jóvenes como especialmente frágiles es una constante histórica, reflejando más la perspectiva generacional de los mayores que una realidad objetiva. Tal y como les digo a mis colegas el pensar que los jóvenes son más frágiles que nosotros es, seguramente, signo de nuestra vejez. Creo que no deberíamos subestimar la resiliencia y el compromiso de las nuevas generaciones. Sí que creo que ahora somos más conscientes de los problemas a los que nos enfrentamos. Hace 50 años apenas se hablaba de los abusos contra la infancia, del acoso escolar o de la violencia contra las mujeres. Y existían. Vaya si existían. De hecho, detrás de muchos de los problemas a los que nos enfrentamos actualmente (y no sólo los más jóvenes) había (y hay) infancias y adolescencias desatendidas. Por eso me parece un deber ineludible promover la salud mental, no sólo entre las generaciones más jóvenes, pero también en ellas.
¿Qué factores pueden estar detrás de este deterioro de la salud mental? Parece que la pandemia fue un factor muy determinante, pero, ¿es sólo la pandemia?
Tal y como comentaba anteriormente, no estoy seguro de que haya un deterioro de la salud mental. Probablemente, lo que ocurre es que somos más conscientes de ella y de los retos a los que nos enfrentamos. Sabemos que la salud mental se ve influida por una interacción compleja de muchos factores: biológicos, ambientales, psicológicos, sociales, culturales, laborales, de acceso a servicios de salud mental, de estilo de vida, económicos, sin olvidar las experiencias de la infancia y los eventos que se viven a lo largo de la vida. En este sentido, la pandemia no solo ha sido una situación potencialmente estresante, sino que también ha actuado como un catalizador, precipitando problemas latentes en muchas personas y revelando la vulnerabilidad inherente a la condición humana, especialmente para aquellos en situaciones de vulnerabilidad personal, social, económica, entre otras. Por citar algunos ejemplos quienes perdieron a seres queridos, o su empleo, o vieron restringidos sus contactos sociales sufrieron unos impactos significativos en su vida, pero no todas las personas desarrollaron problemas de salud mental. Sí que creo que la pandemia ayudó a poner en el centro del debate social la salud mental como valor.
Hay investigaciones que asocian el deterioro de la salud mental con la popularización del uso de las redes sociales, ¿son las redes e internet una amenaza real para la salud mental de la población?
Se ha investigado la conexión entre el uso extendido de redes sociales e internet y ciertos problemas de salud mental. Aunque existe alguna evidencia inicial, se requiere más investigación para entender completamente este vínculo, considerando factores como el tipo de uso y las características individuales. La relación entre las redes sociales, internet y la salud mental es compleja y merece una evaluación equilibrada. Además, es crucial recordar que lo que puede ser percibido como una amenaza también puede ser una oportunidad. Por ejemplo, en las redes sociales, alguien puede ser criticado por miles de personas que nunca le han visto, pero al mismo tiempo, cualquier persona tiene la oportunidad de compartir su mensaje con miles de personas de una manera impensable hace pocos años. Es cierto que esta exposición puede tener un gran impacto en la adolescencia. Hay que tener muy presente que en muchos casos se busca proyectar la mejor imagen de sí mismos, contribuyendo a la creación de una versión ficticia de una vida feliz y sin problemas. Esta representación a menudo oculta verdaderos desafíos para los adolescentes, generando problemas de autoestima y una constante comparación con las aparentemente perfectas vidas que otros presentan en las plataformas digitales. Pero para mí, todo este fenómeno se asemeja a cómo se percibió inicialmente el automóvil. Fue considerado una innovación revolucionaria, transformando la movilidad humana y conectando comunidades, facilitando el crecimiento económico a través de mejoras en la logística y el comercio. Sin embargo, al igual que con las redes sociales, el automóvil también ha conllevado costos significativos, incluyendo, entre otros, la contaminación ambiental, la dependencia de los combustibles fósiles, las elevadas cifras de muertes por accidentes de tráfico y los desafíos urbanísticos derivados de la expansión de la infraestructura vial. Al igual que a comienzos del siglo XX, estamos ante una nueva era, y el camino que elijamos dependerá en gran medida de cómo utilicemos las redes sociales.
¿A qué retos nos vamos a enfrentar los próximos años en relación con la salud mental?
La atención a la salud mental es un reto urgente que requiere sinergias a nivel europeo y global, así como un compromiso social que incluya a los colectivos vulnerables, como personas de bajos ingresos, migrantes y comunidades marginadas. Es esencial invertir en prevención y promoción de la salud, abordar el estigma, mejorar la atención pública al límite y garantizar una sanidad de calidad. Además, se deben integrar psicólogos en diferentes sectores, como el educativo, para fortalecer el apoyo emocional y la atención integral del alumnado, enfrentando así la insuficiencia en la ratio de psicólogos por habitante en nuestro país.
Nos ha hablado acerca de diversos factores que influyen en la salud mental de las personas, pero, ¿qué podemos hacer cada uno/a de nosotros/as por nuestro propio bienestar psicológico?
Esta pregunta me parece fundamental. Tendemos naturalmente a preocuparnos en exceso, y cuando hablamos de salud mental automáticamente pensamos en su ausencia. Pero deberíamos orientarnos a ejercitar los músculos de la salud y el bienestar. Para ello no hay duda de que se deben adoptar prácticas saludables a nivel individual tales como establecer hábitos regulares de sueño, mantener una dieta equilibrada y realizar actividad física. También debemos lograr una gestión efectiva del estrés y establecer límites saludables en el uso de tecnologías, incluidas las redes sociales. Finalmente, no me quiero olvidar de la importancia de dedicar tiempo a actividades que aporten placer y significado. Pero además de estos hábitos individuales, yo me atrevo a destacar especialmente la importancia de abrirnos a los demás. Creo que somos seres sociales por naturaleza. En este sentido debemos aprender a buscar apoyo cuando sea necesario, pensar en los demás, acompañarlos y ayudarles. Todos ellos son pasos valiosos hacia el cuidado y la promoción de la salud mental.
El mundo laboral no es ajeno a la preocupación existente por la salud mental. De hecho, las bajas laborales por esta causa no paran de crecer. En su opinión, ¿qué puede hacer una empresa que se compromete con la salud mental de su plantilla?
Es difícil responder a esta pregunta porque cada persona y cada empresa son diferentes y requieren de un análisis individualizado. Pero en líneas generales, tenemos algunas pistas que nos orientan. Así, la Organización Mundial de la Salud destaca la importancia de abordar de manera integral la salud mental en el ámbito laboral, estableciendo un enfoque que abarque desde medidas preventivas hasta el respaldo a aquellas personas que enfrentan desafíos emocionales. En este proceso, la colaboración efectiva entre gobiernos, empleadores y organizaciones es crucial. De forma resumida señalo las siguientes recomendaciones.
En una primera instancia, es necesario abordar los riesgos psicosociales. Esto implica la creación de entornos laborales saludables mediante la implementación de diversas medidas como el fomento de un equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida personal, la oferta de programas de formación en gestión del estrés, el establecimiento de canales de comunicación abiertos, la provisión de apoyo psicológico, la promoción de prácticas de liderazgo positivas y la evaluación periódica de la carga laboral para prevenir el agotamiento. Estas estrategias han demostrado ser efectivas en la gestión de riesgos psicosociales y en la construcción de entornos laborales que favorecen la salud mental.
Por otro lado, es clave capacitar a los/as administradores/as y trabajadores/as para identificar y abordar problemas de salud mental en el trabajo. Esto implica desarrollar habilidades interpersonales, promover la comunicación y comprender cómo los factores estresantes laborales pueden afectar a la salud mental.
También es importante el apoyo a quienes presentan problemas de salud mental. La implementación de ajustes razonables, de programas de reincorporación gradual y de apoyo al empleo son medidas efectivas para garantizar la participación plena y sostenible en el trabajo de estas personas.
Por último, se destaca la necesidad de crear un entorno propicio al cambio, involucrando un liderazgo comprometido con la salud mental en el trabajo, realizar una asignación adecuada de recursos, armonizar las leyes laborales con los derechos humanos y promover la participación activa de los trabajadores en decisiones relevantes.
En resumen, la adopción de estos enfoques respaldados por evidencias no solo promoverá un entorno laboral más saludable, sino que también contribuirá al bienestar general de las plantillas y, por ende, de la sociedad en su conjunto.
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