Hoy entrevistamos a Iván Fernández Suárez, Doctor en Prevención de Riesgos por la Universidad Pública de Navarra. Licenciado en Pedagogía por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), ha cursado el Máster Universitario en Prevención de Riesgos Laborales en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y el Máster en Sistemas Integrados de Gestión en Formastur, en Oviedo. En la actualidad, es responsable de Prevención de Riesgos Laborales (PRL) en el grupo Lacera.
Recientemente, ha diseñado una herramienta para predecir la siniestralidad laboral utilizando variables de la personalidad, la percepción del estado de salud y los factores psicosociales.
¿En qué consiste?
“ Se trata de un instrumento en el que confluyen varias dimensiones diferentes. Por un lado, la personalidad, incluyendo en ésta variables como la impulsividad, búsqueda de sensaciones, autocontrol… Por otro lado, introdujimos una herramienta para la prescripción subjetiva del estado de salud en la que el propio trabajador explica cómo se siente física y mentalmente, combinando esto con información que teníamos a nivel laboral y sociodemográfico: edad, sexo, antigüedad, tipo de contrato, nacionalidad… Analizamos además variables psicosociales, es decir, aquellas relacionadas con el salario, ritmo y carga de trabajo, horario… Todo lo referido a la percepción que tiene el trabajador de su puesto de trabajo. Todo esto lo cotejamos con la siniestralidad de los trabajadores. Así logramos identificarlos perfiles con mayor y menor riesgo de accidente laboral. La muestra final sumó 500 personas, todos ellos trabajadores de servicios de limpieza. En ella, el 80% de los accidentes eran contracturas o tirones. Es un sector muy concreto. Personalmente, me gustaría aplicarla en otras empresas donde la siniestralidad sea de carácter traumático.
¿Te refieres al sector industrial?
“Exacto. Quizá en una industria encontremos algo más relacionado con la impulsividad, por ejemplo. En este sentido, le veo dos posibles perspectivas: una, sin duda alguna, es la primera orientación que le hemos dado: identificar personas más sensibles al accidente, con las que hay que incidir más en la formación y en la supervisión. Esto nos permite optimizar recursos en materia de prevención. Por ejemplo, nosotros en Lacera somos tres técnicos de prevención para 4.000 personas en toda España. Es decir, no tenemos tiempo real para atender a la gente. Nos interesa saber quién necesita esa formación, y quién no la necesita en tanta medida. No es como una planta industrial en la que tengo a 100 personas cerca de mí. Es muy complicado acceder a todos, necesito optimizar las inversiones. Yo creo que todo lo que se haga en prevención al final tiene unos resultados. Lo interesante sería poder invertir y obtener resultados rápidamente. Lógicamente, sobre todo en empresas grandes, es complicado acertar. Pero esto puede ser un acercamiento, podemos tener un perfil, una idea. La verdad es que los resultados estadísticos fueron concluyentes, no contábamos con que fueran tan claros”.
Respecto a esta primera perspectiva, ¿realmente se puede identificar a las personas con mayor potencial de sufrir un accidente? ¿Cómo vinculáis los rasgos de personalidad con la siniestralidad?
“Claro. Extraíamos qué variables tienen mayor peso en la ocurrencia de la variable inicial, que en este caso es el accidente laboral. De esta forma aparecían diferentes nodos, y cada nodo identificaba un grupo de trabajadores con unas características concretas. Estos tenían unos ratios, es decir, una tendencia mayor o menor a sufrir un accidente laboral. Identificamos en el nodo final que invirtiendo sobre el 1,6% de la población podríamos haber reducido más del 60% de la siniestralidad de la empresa. Actuando sobre esas personas hubiéramos evitado muchísimas bajas o, al menos, las habríamos controlado, quizá con adaptaciones, con limitaciones, con más formación… Únicamente, actuando sobre menos del 2% de los trabajadores hubiéramos evitado el 60% de los accidentes, que es un dato muy concluyente. En variables de la personalidad, por ejemplo, apareció la búsqueda de sensaciones como un elemento crítico en la identificación del accidente laboral, pero, obviamente, en combinación con otras variables. Identificamos subgrupos que tuvieron hasta 20 veces más probabilidades de tener accidentes laborales que el resto de la plantilla, e identificamos grupos con características concretas que no tuvieron ningún accidente laboral”.
Comentabas antes que veías otra posible perspectiva a la hora de aplicarlo en la empresa…
“Una idea que puede ser muy positiva es incluir esta herramienta en el reconocimiento médico laboral. He visto muchos reconocimientos médicos, pero nunca he visto un reconocimiento médico que me diga: trabajador apto, pero hay que darle mayor supervisión o mayor formación. Veo limitaciones de carácter físico, pero no una recomendación de carácter psicológico u organizativo”.
¿No es atacar un poco la intimidad del trabajador?
“El reconocimiento médico no me va a decir si tiene un problema en el hígado o en el riñón, lo que me va decir es que no puede trabajar en alturas. O me va a decir que necesita un poco más de formación. El dato confidencial hay que salvaguardarlo. Hay que tener un respeto a la intimidad del trabajador, pero haciéndolo bien, de forma ordenada y, simplemente con un fin de mejora de las acciones en materia de prevención, puede ser muy positivo”.
Entonces ¿realmente ves factible que se pueda integrar en los planes preventivos de las empresas?
“Creo que tiene muchas posibilidades. En primer lugar, porque es algo que no se ha hecho nunca. En la búsqueda de bibliografía sí encontramos algo de conducta segura en accidentes de tráfico, también de variables psicosociales que es, quizá, lo que más de moda está hoy en día y lo que más se aplica, pero nadie ha trabajado con la percepción del estado de la salud. Prácticamente, nadie se ha metido con variables de la personalidad. Son cuestiones que diferencian el comportamiento de una persona y, por tanto, si actúa de forma segura o insegura. Creemos que ahí hay mucho potencial”.
¿Puede ser, por tanto, la personalidad un factor crítico para el éxito en prevención?
“Creo que es una variable. Las personas somos diferentes, y cada uno necesita una supervisión y una formación diferente. Hoy en día, con los recursos que hay en prevención, hacemos todo muy homogéneo, sin tener en cuenta esa diferenciación. Llevo trabajando 14 años en prevención, veo que se ha avanzado mucho y que el cambio ha sido muy importante. Pero a nivel psicosocial, a nivel mental, no ha habido intervenciones. Sí se han hecho evaluaciones psicosociales que, además, son anónimas. Pero tienen en cuenta condiciones psicosociales, no factores personales del trabajador. Todos los que trabajamos en prevención hemos tenido trabajadores que sistemáticamente sufren accidentes, se han caído, se han cortado o han tenido muchas bajas recurrentes, y eso es por algún motivo”.
Cuando nos referimos a riesgos, nos referimos, como decías, no a un único parámetro sino que hay un abanico de percepciones subjetivas que determinan comportamientos distintos ante situaciones de riesgo. ¿Cómo de distinta es la percepción del riesgo según las personalidades?
“Aquí hay tantos abanicos de color como personas. Por ejemplo, en nuestro estudio tuvo mucha relevancia la percepción del estado de salud, algo que en un principio no habíamos tenido en consideración. Pero hablábamos con los trabajadores que habían dado apto en el reconocimiento médico y nos decían: “Es que se me hace duro el trabajo”. Son personas de más de 50 años que llevan muchos años trabajando en limpieza y, aunque estén aptos, físicamente no se encuentran bien. Muchas lesiones músculo esqueléticas derivan precisamente de esa percepción del estado de salud”.
En Mutua Navarra siempre hemos estado muy interesados en promover la salud. ¿En qué medida la percepción del estado de salud interactúa con la personalidad en la mayor o menor probabilidad de sufrir accidentes?
“Al menos en el sector servicios, en limpieza, las personas que tienen una percepción del estado de salud negativa mostraban una predisposición muchísimo mayor al accidente laboral, hasta 5 o 6 veces más que una persona que tenga una sensación normal de su estado de salud. Además, es una herramienta muy sencilla: son preguntas tipo “cómo te sientes de capacitado para hacer la limpieza de un salón o para fregar o para subir dos plantas de escaleras o para caminar tres manzanas…” Cuestionarios muy sencillos”.
Con este dato, parece importante que las empresas apuesten por la promoción de la salud de su plantilla. ¿Trabajar en esta línea puede ayudar a mejorar nuestra percepción del estado de salud y, por tanto, a reducir las probabilidades de sufrir accidentes?
“Como bien apuntas, la promoción de la salud es un factor importantísimo en la percepción del estado de salud del trabajador y en su motivación. Aquellas empresas que son capaces de generar políticas de salud correctas generarán culturas preventivas adecuadas y, con ello, se conseguirá una mejora de la salud real y de la percepción de salud de los trabajadores. Está claro que aquellas organizaciones que sean capaces de crear ambientes de trabajo seguros y que puedan lograr mejorías en la salud de los trabajadores serán las que presenten menores tasas de absentismo. Desde mi punto de vista, y apoyado en los datos de la investigación, debemos apostar por una prevención de riesgos personalizada, adaptada a las características de las personas y que vaya más allá del ámbito laboral, debe ser una preocupación integral por la salud de nuestros trabajadores”.
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