Fuente: Una información de Arantxa Aldaz para El Diario Vasco
12/12/2015
Esta no es solo una historia de superación, es la historia de dos hermanos que luchan contra sí mismos. El donostiarra Lucas Eguibar, ganador de la última Copa del Mundo de snowboard con 21 años, pelea sin tregua por revalidar el título que le llevará a partir de la próxima semana hasta las pistas de Austria e Italia. «Siempre un paso más, un minuto más, una carrera más, un entrenamiento más, un esfuerzo más», le alienta su hermano Nico. Nadie mejor que él personifica la frase. Hace dos años sufrió un grave accidente de moto que le dejó dos meses en coma y unas secuelas que trata de superar cada día. «Me dieron una horas de vida, luego un día, luego una semana y aquí estoy». ¿Y quién es el campeón de los dos? «Él», se señalan con el dedo mutuamente entre carcajadas. «Yo trato de ser el mejor en mi disciplina, pero él está luchando por una vida normal», contesta Lucas, todo modestia a pesar de su palmarés.
Sus historias de superación protagonizan un vídeo lleno de emoción (‘Gigantes paralelos’), en el que muestran su periplo vital. En el cortometraje, grabado por Pyrene Media, se entremezclan los logros deportivos de Lucas con la imagen de Nico que locuta un texto que deja la piel de gallina. «Hay momentos en que la vida te pone a prueba -comienza-, momentos en los que todo da un giro, en los que te replanteas cada paso que te ha llevado hasta donde estás. Es ahí cuando no ves la salida, solo te queda pelear. La mayoría deja de luchar, se conforma y abandona sus sueños y empieza a morir por dentro. Y luego están los luchadores, aquellos que no tienen límites, que lo arriesgan todo y llegan hasta donde no ha llegado nadie antes. Que la vida es dura hermano, eso ya lo sabemos». Nico reconoce que ha llorado unas cuantas veces al verlo. Pero ya no hay lágrimas. Prefiere el humor, también sin límites, que ayuda a pasar el nudo en la garganta cuando se escucha su historia.
«Representan a toda la gente que quiere mejorar»
«Yo tenía diecinueve años. Eran mis primeros Juegos Olímpicos. Me había preparado muy a fondo, estaba muy centrado. Lo primero era el deporte», dice Lucas. Y de repente todo cambia. Cinco meses antes de la competición, llegó la peor noticia. Las sesiones de entrenamiento, las bajadas, el cronómetro pasaron a un segundo plano porque era el turno de la vida en mayúsculas. Su hermano Nico había sufrido un grave accidente de moto. «El primer ‘no’ nos lo dijeron los médicos. ‘Puede que no pase la primera noche’», recuerda. «Afortunadamente estoy aquí», interviene Nico, que siempre echa un cable para quitarle dramatismo al momento. «La gente me pregunta de dónde saqué fuerzas para luchar. Pero en realidad es como si tu cerebro se apagase y es tu cuerpo el que lucha por salir adelante».
«Cinco meses antes de los Juegos Olímpicos de Lucas, Nico sufrió el accidente que le dejó en coma»
Tras la estancia en el hospital -pasó dos meses en coma-, le diagnosticaron otro año y medio de ingreso en el centro Aita Menni de Arrasate para pacientes con daños neuronales. «No estuve ni seis meses». Es un fuera de serie. Compara su esfuerzo con los valores de superación del deporte que ve en su hermano. «Es una fuerza que te sale de dentro. Lo asemejo mucho a las carreras de mi hermano. ¡Vamos!», grita. Y de nuevo las risas para tomar algo de aire.
«Sus historias protagonizan el vídeo ‘Gigantes paralelos’, un emocionante vídeo de motivación»
Durante aquellos meses de combate feroz por la supervivencia, Lucas dejó el deporte. «No me salía. Tenía la cabeza en otro lado». Pero a los tres meses regresó por todo lo alto con un quinto puesto olímpico. El 21 de marzo de este año volvía a hacer historia al ganar el Globo de Cristal de Snowboard Cross. Este año, va a por todas. «Compito para ganar, no para quedar segundo», suele decir Lucas, que ha sido elegido mejor deportista del año de Gipuzkoa. El mundial se lo dedicó a su hermano y cada medalla siempre lleva el sello de su familia, incluida su hermana Sara, que no sale en el vídeo porque cuando se grabó estaba de Erasmus. Pero es otro de sus pilares que los dos insisten en destacar.
Nico también tiene hambre de victoria. El accidente le dejó importantes secuelas cerebrales. Camina con dificultad, tiene problemas de equilibrio y una forma de hablar «robótica», se describe él mismo. Antes del accidente acababa de titularse en ingeniería mecánica. «Pero ahora es imposible hacer operaciones, porque no me acuerdo de los números». También hacía esquí alpino, formó parte de un equipo de rugby y hasta corrió los sanfermines, como también confiesa Lucas, adicto a la adrenalina. «Mi vida la divido en dos partes. La psicológica y la física. Y psicológicamente estoy genial. Intento superarme día a día». De su hermano Lucas dice que «es una persona muy reservada, pero dentro de esa cabeza está su instinto. Pelea como nadie».
Ese orgullo de hermano también trasluce en las palabras de Lucas: «Él es el verdadero campeón. Siempre intenta superarse». Nico nunca se da por vencido. «Estamos juntos en esto -concluye en el vídeo-. Tú con tu lucha y yo con la mía. Diferentes batallas pero un mismo objetivo: más rápido, más fuerte, más lejos. A mí la vida me ha dado una segunda oportunidad. Esta es la tuya. Mira hasta dónde has llegado, mira dónde vas a llegar. Pelea. Hermano, esto no ha hecho nada más que empezar».
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