El 26 de marzo la vida de un gregario inigualable dio un vuelco bajando un puerto. Se cayó, y se pulverizó la pelvis. Desde entonces pelea por volver a caminar. Esta es la historia de Pablo Lastras, ciclista del Movistar, que se recupera en Pamplona
TU vida puede cambiar en un segundo. Pasar del todo a la nada en un gesto, sin que puedas hacer nada. Es lo que le pasó a Pablo Lastras el pasado 26 de marzo. Ese día bajaba el puerto del Coubet, en la cuarta etapa de Volta a Cataluña. “No era un momento decisivo, ni complicado. Estaba todo seco. Iba a cola, en un segundo pelotón, con unos 40 corredores. Hubo un chavalito que dio pedales antes de tiempo al salir de una curva, y se le fue la bici. Los tres que íbamos detrás también nos caímos”, relata Lastras. “No tuve tiempo de frenar, ni de reaccionar. Su bici me hizo de trampolín, y caí a plomo sobre el lado derecho. Me he caído muchas más veces, más rápido, pero siempre deslizándome. Esta vez caí sobre un punto de mi cuerpo”.
Un segundo, y todo cambia.
“Es uno de los peores momentos que he pasado en todos estos meses, porque ahí me di cuenta de que esto era algo gordo de verdad. Pero hasta que no me llevaron a Barcelona no vi lo grave que era esto”, rememora.
Lastras fue trasladado de urgencia al hospital de Girona, y de ahí a Barcelona. En la Clínica Quirón empezó a descubrir la verdadera gravedad de lo sucedido. El destrozo era tan severo, que necesitaba de una reconstrucción con tornillos, chapas de titanio, además de injertos de hueso. Solo hay dos médicos en España que son capaces de hacer una cirugía de tal envergadura. Uno está en Santander, el otro en Sevilla. El doctor Pedro Cano Luis acudió a Barcelona para reconstruir la cadera de Lastras. -¿Podré volver a subir a una bici y ser ciclista?- Es lo primero que Pablo le preguntó al doctor Cano. Este puso cara de póquer.
“Yo me he roto dos veces el fémur, las clavículas, vértebras… en todos los casos te dicen van a ser tantas semanas, quieto y luego unos meses de rehabilitación y puedes volver a la bici”, explica Lastras. “Pero ahora nadie me garantizaba nada. Ese ha sido el otro momento duro de todo esto, porque ves que esto se ha acabado”. En cinco horas, el doctor Cano y su equipo abrieron la parte baja del abdomen de Lastras, separaron órganos, tejido, y se toparon con una enorme red de vasos, tendones y conductos nerviosos antes de llevar al cotilo. Y allí, en un trabajo de orfebrería, consiguieron reconstruir el hueso, y evitar colocar una prótesis. A partir de entonces quedaba lo más duro, una larga rehabilitación sin garantías plenas de éxito.
Solo y en Pamplona
El equipo Movistar tiene su sede en Pamplona, y Mutua Navarra se encarga de su cobertura médica. Después de ser intervenido en Barcelona, los doctores Hoyos y Zúñiga vieron que las instalaciones de la mutua podían ser buenas para la recuperación. Hablaron con su responsable, Ángel Recarte, y se lo propusieron al ciclista.
La preocupación de los médicos, del propio Movistar, o de Agustín Beorlegui –el fisio que le ha atendido en la Mutua- no ha sido sólo la evolución física de Lastras, sino la tremenda carga psicológica que lleva encima desde hace meses. Él sabe mejor que nadie de sus limitaciones, y de que no hay ninguna garantía de éxito – por ahora- en toda esta larga recuperación. Pero Lastras nunca ha estado solo. Siempre hay alguien –compañeros del equipo, un amigo, conocidos- que van con él a comer, cenar o tomar un café en el Pagoa, el bar que hay en el edificio de apartamentos. O gente que le llama o le visita, como los hermanos Induráin, o que están en los días negros, como José Miguel Echávarri, que le ha hecho reflexionar mucho.
“Hay mucha gente que se ha portado muy bien conmigo. Imanol Erviti, la familia Zandio que ha estado excepcional; Chente, los masajistas, los mecánicos del equipo de Pamplona… todos han hecho que todo esto sea mucho más fácil”, apunta Lastras. “Por eso, por todo ese cariño que me han dado ellos, la gente de la Mutua y el equipo, yo me he planteado cada día con el reto de estar a la altura que han estado ellos, y no decepcionar a nadie. Ese ha sido mi objetivo diario, estar a la altura a base de dolor, pero estar a la altura. Esa ha sido mi motivación, yo no podía fallarles”.
-¿Y qué es estar a la altura?
“Estar a la altura es no fallar a toda esta gente que se preocupa por mí, no decepcionarles. Mejorar día a día, no jurar, ni lamentarme… nunca voy a decir si la caída fue culpa mía o de otro, ni me voy a lamentar. Eso es estar a la altura”, comenta Lastras.
Como corredor Pablo Lastras ha sido un estajanovista a la hora de entrenar y cuidarse… y de recuperarse. Ha seguido una disciplina militar de lunes a viernes. Se levanta a las 8, se prepara y desayuna él solo. A las 9 espera que le recojan para ir a la Mutua, donde permanece hasta las tres. Cinco horas y media de trabajo intensivo, primero lo más difícil, después lo llevadero. Allí también ha ido evolucionando. Primero era algo pasivo, le manipulaban. Más tarde ha pasado a nadar en la piscina, hacer ejercicios, empezar a andar en la máquina antigravitatoria, ganar musculatura y movilidad con las gomas, pasar por el fisio o lo que toque. Es y se lo toma como su trabajo. Come en el Pagoa, y dedica la tarde a descansar. Los fines de semana recibe visitas de familiares y amigos del pueblo, de San Martín de Valdeiglesias.
Lo bueno de la desgracia
Después de prácticamente medio año yendo y viniendo todas las mañanas de la Mutua, Pablo Lastras ha hecho amistad con otros pacientes, ha visto otras patologías. Unas más livianas, otras más fuertes, que le han hecho tomar perspectiva.
“Al final, cuando te pasa algo así piensas. Yo llevaba tres o cuatro años viviendo a un nivel muy fuerte, muy intenso. Vivía para sufrir, para cuidarme y para dormir…”, relata. “Con esto me he vuelto más sensible, más humano, aprendes a escuchar y ves las cosas esto tiene detrás un mensaje, vive más despacio, vive de otra forma. Si me ha pasado esto es porque me tenía que pasar, y a través de esto puedo hacer mucho bien y hacerme mucho bien”.
En este tiempo Lastras ha pasado muchas tardes solo en un pequeño apartamento. Un tiempo en el que ha leído mucho -sobre todo libros de automotivación- ha visto todo el ciclismo del mundo, y también ha reflexionado mucho sobre sí mismo, sus miedos y temores, se ha enfrentado a su dolor.
“El dolor de sufrir, el físico en la bici, es mecánico, es como lavarse los dientes. El dolor de la pierna – que está ahí y no se va- es algo a lo que te haces. Para mí lo peor es la incertidumbre, el no saber cómo va a terminar todo esto, cómo vas a quedar, qué vas a poder hacer. Y a veces tengo miedo, mucho miedo, porque he visto la parte grave de las cosas. El ciclista es un poco ingenuo. Yo siempre que he caído me he levantado, es lo que me han enseñado desde pequeño, he luchado siempre. Pero ahora en un segundo mi vida ha cambiado, y no sé hasta dónde me voy a poder levantar. Tengo miedo a que las cosas no salgan, mucho miedo”.
Como en toda enfermedad de largo recorrido, Lastras ha pasado por días negros. “Ha habido un tiempo en el que no quería ver a nadie, por no pagarlo con ellos. Nunca he pensado en arrojar la toalla, ni en cruzarme de brazos, pero sí que he tenido días malos. Mi madre, que murió de cáncer, fue una luchadora, y me enseñó que en esta vida hay que pelear todos los días, y hay que intentar agradar a los demás, aunque estés jodido”, reflexiona. “Cuando estuve en el hospital, que tenían que hacerme todo, lloré mucho porque me sentí inútil”.

Ocho meses después Lastras afronta ahora la tercera fase de la rehabilitación, de octubre hasta Reyes. A partir de entonces se verá si puede hacer una vida más activa, y entonces se sabrá hasta dónde puede llegar. Sabe el ciclista del Movistar que quizá tenga que pasar de nuevo por el quirófano para que le coloquen una prótesis en la cadera. Y que el futuro, irremediablemente, será diferente. Sabe que no volverá a saltar nunca más, ni correr, tampoco hacer deportes de riesgo… ¿y la bici? “No se sabe. Mi Tour de Francia es conseguir que en julio de 2016 me den el alta, que estoy capacitado para hacer una vida normal, y tener calidad de vida. No me puedo comprometer a nada más”.
Es la lucha de Lastras, la pelea del gran capitán del Movistar.
Fuente: L. Guinea, Diario de Navarra (extracto del texto completo). 05/11/2015
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Atlantisvikinga
" Has sido, eres y serás siempre un gran maestro y sobre todo un excelente ser humano de quien siempre aprenderé y admiraré sobre todo por tu valia personal, humana y por supuesto admirable gran deportista y sobre todo tu humildad e increíble excelente disposición para los demás, y magnífica resiliencia. Gracias"