Este artículo representa la cuarta entrega acerca de las seis grandes líneas de acción que comprende un plan de promoción del bienestar psicológico en el trabajo. Puede consultarse una descripción detallada de cada una de estas líneas en nuestra guía práctica.
El bienestar o el malestar emocional se desarrolla en el marco de las interacciones entre las personas y los contextos en los que vivimos, a lo largo de toda nuestra vida. Tienen que ver con las cosas que nos suceden y con nuestra capacidad para gestionarlas adecuadamente. Cada persona tenemos una historia vital que es única e irrepetible, plagada de acontecimientos que nos marcan profundamente y nos dejan huella.
Sin embargo, no todas las personas disponemos de los mismos recursos para afrontar los retos y las circunstancias de la vida, existiendo diferentes niveles de vulnerabilidad. Al peso y el potencial estresante de las cosas que nos suceden, contraponemos nuestra capacidad de afrontamiento.
Algunos de estos recursos tienen que ver con la disponibilidad de apoyos en nuestro entorno, como, por ejemplo, los que provienen de familiares o de amigos. Otros recursos tienen que ver con nuestra propia capacidad personal para gestionar nuestras emociones o nuestras relaciones con los demás, especialmente cuando las cosas que nos suceden son fuente de sufrimiento y de malestar.
En las organizaciones es posible desarrollar actividades para fomentar este tipo de recursos personales, promoviendo las competencias socioemocionales de las personas trabajadoras, por ejemplo, organizando talleres participativos, con contenidos muy prácticos y trasladables a todos los contextos vitales de las personas participantes, no únicamente al trabajo.
Afortunadamente, cada vez son más las organizaciones que se animan a poner en marcha actividades de formación para sus empleados relacionadas con el desarrollo de competencias socioemocionales, tales como la capacidad para gestionar el estrés y los estados de ánimo, las habilidades para relacionarse y comunicarse bien con otras personas, o los recursos para gestionar el tiempo y las tareas.
Existen puestos de trabajo que, por su naturaleza, suponen un gran desafío a las capacidades personales de los trabajadores, tanto para gestionar sus propias emociones como para manejar conflictos interpersonales. Se trata de puestos de especial sensibilidad, que representan un riesgo muy significativo desde el punto de vista psicosocial. Nos referimos a personas que desarrollan, por ejemplo, actividades relacionadas con la asistencia en contextos de emergencia y catástrofes, la atención a personas y colectivos de gran conflictividad, la intervención en contextos de gran exigencia emocional, el trabajo en circunstancias de aislamiento social o la atención al público (clientes, proveedores o personas usuarias de servicios), que en ocasiones puede dar lugar a la exposición a quejas, a reclamaciones, o incluso a actitudes violentas. Si bien este tipo de trabajos exige la puesta en marcha de acciones de diferente naturaleza, es importante en todos los casos determinar qué habilidades específicas habrán de configurar su repertorio de habilidades personales para fortalecer su capacidad de afrontamiento efectivo de todos estos desafíos, y desarrollar planes de formación específicos para desarrollarlas.
Por último, esta cuarta gran línea de acción incluye la promoción de las relaciones interpersonales de calidad en las organizaciones. Existe evidencia suficiente acerca de que las conexiones sociales de calidad constituyen uno de los principales determinantes para que la gente viva más contenta. Por lo tanto, si la calidad de las relaciones es el factor más relevante para el bienestar, el bienestar en el trabajo tendrá mucho que ver con la calidad de las relaciones interpersonales que se producen en él. En conclusión, un elemento clave para promover el bienestar psicológico en el trabajo consiste en ofrecer un contexto que promueva las relaciones laborales positivas, fortaleciendo la cohesión de los equipos de trabajo y fomentando las relaciones informales, afectuosas y de apoyo mutuo.
Del mismo modo que en resto de las líneas de acción propuestas, las actividades a desarrollar serán más efectivas en la medida en que formen parte de un plan de carácter global de mejora del bienestar. La prevención de los problemas de salud mental no puede resolverse únicamente apelando a la resiliencia personal de la gente, algo que podría hacer que las personas sientan erróneamente que, por ejemplo, es su culpa experimentar malestar en respuesta a circunstancias vitales penosas.